1ª Evaluación

lunes, 13 de marzo de 2017

TÉRMINOS (Historia Antigua y Medieval)




Romanización

La presencia de Roma en la Península Ibérica se prolongó desde finales del siglo III a. C. hasta principios del siglo V d.C., periodo durante el cual tuvo efecto un proceso de transformación gradual de los habitantes de los pueblos peninsulares en ciudadanos del Imperio romano, que fueron asumiendo las costumbres, la organización política, jurídica y social romanas, y al que conocemos como Romanización.
La conquista romana de la península ibérica se realizó en diversas etapas, interrumpida por periodos de inactividad bélica.
§  La 1ª etapa (218-197 a.de C.) se produce  dentro de la 2ª guerra púnica entre Roma y Cartago. Los romanos quieren impedir el paso hacia Italia de Aníbal, enviando a la península dos ejércitos, logrando expulsar a los cataginenses y dominar la costa mediterránea y el sur peninsular, las zonas de mayor desarrollo económico y político.
§  La 2ª etapa (197-133 a. de C.) se conquista de La Meseta y sus diferentes pueblos.
§  La 3ª etapa (29-19 a. de C.) ya en la época del emperador Augusto, cuando fueron sometidas las belicosas tribus de cántabros y astures, con lo que se dio por finalizada la conquista de la península.
 Hispania fue divida inicialmente en dos provincias (Citerior y Ulterior). 
Tras finalizar la conquista de Hispania, Augusto la dividió en tres provincias: la Baetica con capital en Córdoba, la Tarraconensis con capital en Tarraco, y la Lusitania con capital en Emérita Augusta; después se crearon la Carthaginensis, la Gallaecia y, por último, la Balearica.

Al frente de las mismas se encontraba un gobernador (pretor) con competencias administrativas, jurídicas, militares y fiscales. A su vez estas estaban divididas en conventos jurídicos.

La llegada de Roma supuso:
§  la explotación de las tierras (formación de latifundios, la propiedad privada de la tierra…)
§  en las que se introdujeron nuevas técnicas (barbecho, regadío y utilización de animales de tiro)
§  mientras que la artesanía y el comercio tenían un intenso desarrollo (á importantes (ánforas, armamento de hierro, garum, ...)
§  Las minas eran muy importantes: Las Medulas en León.
§  se generalizó el sistema monetario romano: As de oro y Denario de plata.

Igualmente, supuso la implantación de las formas de organización social romanas:
§  reducida aristocracia –senadores y caballeros
§  negociantes y propietarios de villas agrícolas
§  trabajadores libres –campesinos y artesanos-
§  y esclavos
Así como la difusión de su religión, cultura y costumbres. El derecho romano se impuso en Hispania y regularizó toda la vida y sociedad del territorio: código civil, derecho de familia, …

Con la romanización, surge una importante urbanización:
§  Las antiguas ciudades se revitalizaron
§  Y, junto a ellas, las colonias (ciudades fundadas por los romanos: Tarraco, Caesar Augusta, Hispalis, Emerita Augusta…) se convirtieron en el centro administrativo, jurídico, político y económico de la Hispania romana. Su plano urbano, con el cardus y el decumanus, se sigue pericibiendo en el entramado urbano de nuestras ciudades.
§  En ellas se construyeron edificaciones (teatros, foros, templos, anfiteatros, acueductos…) convertidos hoy en uno de los legados más representativos del pasado romano.
§  Una importante red de calzadas las comunicaba entre sí y con el resto del Imperio (Vía Augusta, Vía de la Plata…).

La presencia romana dejó como legado importantes elementos culturales como el latín y el derecho romano, lo que contribuyó a cohesionar dentro del Imperio a los habitantes de Hispania, cuna de intelectuales como Séneca, Quintiliano y Marcial, y de emperadores como Trajano (el foro Trajano de Roma), Adriano (el muro de Adrianeo) y Teodosio.

Los señoríos
El señorío supone el dominio sobre tierras y hombres, delegado por el rey en otras personas o colectivos. El titular acumula jurisdicción, rentas y, casi siempre, patrimonio.
El señorío supone control hereditario por parte del señor sobre esas tierras y sobre las personas que lo habitan.
Los señoríos se originan en la Edad Media, frecuentemente como donaciones reales para pagar la colaboración en la Reconquista. Durante la Edad Moderna la creación de nuevos señoríos suele hacerse por medio de tierras de realengo en recompensa al apoyo prestado a la corona. El resultado fue que miles de pueblos quedaron fuera de la autoridad directa de la corona.
Los titulares de los señoríos pueden ser nobles (por herencia, por gracia del rey, por matrimonio o por compra dese el s. XVI) o eclesiásticos (órdenes militares, abades, obispos, cabildos, monasterios...).
El señorío entre los nobles era hereditario y en España se estableció el mayorazgo. Los señoríos eclesiásticos perpetúan y consolidad su patrimonio.
En virtud del señorío jurisdiccional los señores nombraban a las autoridades locales, ejercían la justicia y cobraban tributos. Era una fuente de poder político y económico.
El señorío jurisdiccional va acompañado de la existencia de derechos de propiedad sobre una parte de la tierra, lo que se traduce en el cobro de unos cánones por el uso de la misma por parte del campesino.
Los señoríos fueron muy importantes en la economía y sociedad del Antiguo Régimen. En el s. XVIII la mayor parte de la tierra estaba amortizada, es decir, no se podía comprar ni vender y debía de transmitirse en herencia (tierras de manos muertas). Así la mayor parte de las tierras cultivables estaban fuera del mercado y la inmensa mayoría de la población no podía acceder a la tierra. 
Fueron abolidos a comienzos del siglo XIX por los liberales. Durante las cortes de Cádiz, se legisló la supresión de los señoríos, igual que durante el Trienio Liberal. Al ser etapas de escasa duración no se pudo llevar a cabo la legislación. El fin de los señoríos se llevó a cabo durante el bienio progresista (1836-1837), durante la regencia de Mª Cristina, cuando se desmantela el Antiguo Régimen y se implanta una reforma agraria liberal, que consagraba los principios de propiedad privada y de libre sisponiblidad de la tierra. Aunque muchos nobles convertían sus señoríos territoriales en propiedades privadas para conservarlos como grandes latifundios. El clero, en cambio, perdió gran parte de sus señoríos (proceso desamortizador con Mendizabal, Espartero y Madoz). Tres fueron las medidas que se tomaron: la disolución del régimen señorial, la desvinculación de los mayorazgos y la desamortización recurrente desde Godoy (1789) como medio para conseguir recursos para el estado.
Al-Andalus.

Los musulmanes denominaron Al-Andalus al territorio hispano que conquistaron. Esta sociedad islámica permaneció desde principios del Siglo VIII hasta finales del Siglo XV, conociendo tres periodos políticos fundamentales: Emirato independiente, Califato y reinos de Taifas. Las victorias cristianas consiguieron que, desde mediados del Siglo XIII, Al-Andalus quedara reducido a Granada. Los soberanos andalusíes ejercieron un poder absoluto, concentrando la máxima autoridad política y religiosa.
En cuanto a su organización económica y social, cabe destacar la importancia que tuvieron las ciudades. Córdoba fue un gran centro cultural, sobre todo durante la época del Califato. En la agricultura destaca el impulso a los regadíos y la gran difusión de nuevos cultivos (agrios, arroz, algodón, azafrán).
Su cultura estuvo influida por la religión, que impregnaba toda la vida pública. Tras ocho siglos de convivencia más o menos pacífica, la cultura islámica dejó huella. Actuaron como transmisores de conocimientos, sobre todo del mundo helenístico y del Oriente, nuestro léxico todavía conserva palabras de origen árabe y la huella de su arte se aprecia en construcciones tan notables como la mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada o la Aljafería de Zaragoza.

La repoblación cristiana
El avance de los ejércitos cristianos sobre territorio musulmán vino acompañado de un movimiento de colonización del mismo, que implicó una nueva organización social, política y administrativa. En algunas zonas permanecieron los musulmanes (mudéjares), merced a unas capitulaciones de rendición generosas. Una parte de la tierra fue entregada a los nobles que participaron en la conquista, a las órdenes militares o a grandes concejos encargados de su repoblación. En determinadas tierras de frontera se otorgaron cartas de población y fueros, en los cuales se concedían ventajas y facilidades a quienes fuesen a poblar las tierras de frontera. Suelen allí fijarse los límites de los términos, las condiciones de acceso a la tierra, la concesión de franquicias y unas normas básicas sobre la vida municipal. Los fueros -a veces incluyen la primitiva carta de población- son instrumentos jurídicos, otorgados por los monarcas, que regulan la vida local. En Aragón, a partir de 1247, se produjo un proceso de unificación foral que dará lugar a los “Fueros de Aragón”, normas legales emanadas del Rey con las Cortes.
Al hablar de la repoblación la respuesta podrá centrarse únicamente en Aragón o extenderse al conjunto de España.
Mudéjares y moriscos.
Conocemos con el nombre de mudéjares a los musulmanes sometidos a los poderes cristianos tras el avance de éstos sobre territorio de Al-Andalus. Se les permitió conservar su religión, sus costumbres, su cultura y se organizaron en aljamas que gozaron de la protección real. A lo largo de siglos hubo una coexistencia respetuosa entre cristianos y musulmanes. No obstante, son poblaciones sometidas a una cierta segregación social y a unas cargas fiscales mayores que las soportadas por la población cristiana. Con el tiempo, la tolerancia religiosa declinó, especialmente tras la toma de Granada, y se caminó hacia la unidad religiosa. La impronta mudéjar se aprecia en la arquitectura, con ejemplos sobresalientes en Aragón (Seo de Zaragoza, torres mudéjares de Teruel...).
A comienzos del Siglo XVI fueron obligados a convertirse al cristianismo, momento a partir del cual se les denomina cristianos nuevos o moriscos. El proceso de integración avanzó en algunas regiones, pero la presencia de los piratas berberiscos y de los turcos como enemigos de la monarquía, les hizo sospechosos. Fueron expulsados a comienzos del Siglo XVII por el rey Felipe III, alegando su condición de malos cristianos y de potenciales aliados de los turcos. La medida afectó gravemente a Valencia y Aragón, dejando multitud de pueblos vacíos que fue necesario repoblar.

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